Amigos de la Alcazaba pide la declaración de Millares como Conjunto Arqueológico
Amigos de la Alcazaba pide a la Junta que declare Conjunto Arqueológico a Millares, si de verdad cree que “merece ser Patrimonio de la Humanidad”
La asociación visita las nuevas excavaciones arqueológicas cuya última campaña, que finaliza este mes, busca descifrar los orígenes y otros ocultos secretos de esta cultura de mil años de historia.
Luis Siret reveló al mundo la enorme importancia histórica de Los Millares, el más importante yacimiento del Cobre de Europa occidental. Sin embargo, a pesar de los 133 años transcurridos desde su descubrimiento, un 90% del poblado sigue sin excavar y, por tanto, muchos de sus secretos siguen escondidos bajo la tierra.
Actualmente, se está llevando a cabo nuevas excavaciones, de acuerdo con el Proyecto de Investigación que dirigen Juan Antonio Cámara, como director del proyecto, y Alberto Dorado, como director de la campaña arqueológica. El objetivo es profundizar en los “Orígenes y justificación de la desigualdad social en el Sudeste de la Península Ibérica”. Para ello, se han centrado en tres puntos muy importantes: la tumba de “La chilena”, el misterio gran “edificio de los gerifaltes” y la llamada “ciudadela”, donde se sitúan los orígenes y el final de esta cultura que permaneció durante mil años.
Para conocer estos trabajos, más de 50 Amigos de la Alcazaba han visitado, una vez más, este extraordinario yacimiento de la mano de Martín Haro, coordinador de Millares, y de los arqueólogos que trabajan en las excavaciones de esta última campaña que está a punto de finalizar.
Desde la Venta que sirve de recepción de visitantes, el camino que conduce al poblado, de más de 5.000 años de antigüedad, atravesando su necrópolis. Son unas 80 tumbas monumentales, colectivas, con enterramientos de hasta un centenar de individuos, y que aunque diversas tienen con una estructura bastante similar: un atrio para el ceremonial funerario, un corredor dividido en tramos con nichos laterales y una cámara funeraria, de 3 y 5 metros de diámetro, cubierta por un túmulo de tierra. Las entradas están orientadas al sureste, buscando el sol del amanecer, que durante los equinoccios de primavera y otoño penetra en ellas. Quizás, como el Sol, buscaban el renacimiento tras un periodo de oscuridad. Pero en Millares hay más preguntas que certezas “y nos seguimos preguntando quiénes se enterraban en ellas si eran tumbas de clanes con sus líderes y por qué están diferenciadas por grupos y sus ajuares funerarios manifiestan distinta riqueza”.
Se visitaron las restauradas tumbas 22 y 36 y luego a la llamada “Tumba de la Chilena”, uno de los puntos de las actuales excavaciones. La tumba fue expoliada en los años sesenta por una chilena, de ahí el nombre, aunque gracias a una denuncia la mayoría del ajuar funerario fue recuperado. Curiosamente son de los ajuares más valiosos que guarda el Museo de Almería. Ahora, la nueva intervención arqueológica intenta investigar esta tumba y ver si se descubren más objetos. Los arqueólogos muestran algunas cuentas de collar, fragmentos de una quesera, puntas de flecha y otros objetos de sílex que han hallado.
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Ya dentro del poblado, traspasando la muralla III, se llega al gran edificio rectangular. Es la primera vez que se excava. Desde Luis Siret el misterio rodea este edificio singular, de más de 32 metros de largo, con una zona central y estancias adosadas al sur. Por sus dimensiones en esta etapa no hay ningún paralelo en la Península Ibérica. “Habría que viajar hasta el Próximo Oriente para ver algo semejante”, dice Martín Haro. ¿Pero cuál era su función? Desde luego, era un edificio público. Unos opinan que podría ser un templo-palacio-almacén, precisamente un tipo de edificio que alumbran el inicio de las más antiguas ciudades. ¿Serviría para como lugar de reuniones de los líderes? ¿Guardaría los objetos más valiosos de la comunidad? ¿Tendría imágenes de la Madre Tierra?
Y si misterioso es este edificio, la llamada “ciudadela” también lo es. Aquí, en la punta del espolón que une el río Andarax y la Rambla de Huéchar, nació el poblado hace 5.200 años y se fue expandiendo con los años por la meseta, tanto que necesitó hasta tres nuevas murallas. Pero cuando Millares entró en crisis, la población retrocedió y el espacio del poblado era demasiado grande, así que replegándose hasta el espacio original: la “ciudadela”. Por ello los arqueólogos encuentran en esta zona los materiales más antiguos y los más recientes del poblado, con una diferencia entre ellos de hasta mil años de antigüedad. Los arqueólogos comentan sus investigaciones sobre su muralla y quieren comprobar cómo era su puerta de entrada y la llamada “cisterna”, la más grande de la Península de ese periodo, a la que llegaba un acueducto de agua limpia desde los manantiales de Alhama.
“Sí, Los Millares merece ser Patrimonio de la Humanidad”, como ya proclamó Amigos de la Alcazaba en 2019 en una campaña en la que participaron ayuntamientos de la zona, Diputación y Junta. “Es verdad que la campaña fue interrumpida por el Covid, pero no hay excusas para no continuar el camino. Lo primero, antes de pedir el reconocimiento de la UNESCO, la Junta de Andalucía tiene la deuda de elevar la categoría del yacimiento a Conjunto Arqueológico”, apuntan desde la Asociación. Eso sí aceleraría el conocimiento de Millares y reconocimiento de esta cultura tan singular como importante de nuestra historia.