Necrópolis megalítica de Huéchar-Alhama
Desde mi ventana / 27
“Necrópolis megalítica de Huéchar-Alhama”
Juana María Rodríguez López, arqueóloga
Testigos expectantes, desafiando al tiempo, esperan los megalitos, con su mirada de años y permanencia de siglos, ser reconocidos junto a Los Millares como “patrimonio de la humanidad”.
Y es que estos núcleos de tumbas de grandes piedras, asentados en la loma del mismo nombre, completan el panorama cultural de Millares, compartiendo un destino territorial y cultural durante un largo periodo de tiempo.
Así a través de este yacimiento arqueológico entramos en una amplia corriente cultural, no solo europea sino también andaluza, que se extiende entre el siglo IV y II milenio; es decir, desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce.
Controladas desde los fortines de Los Millares, se extienden más de 55 sepulturas contabilizadas, de diferente tipología y tamaño variado entre las que predominan las de cámara simple, sepulcros de corredor con grandes ortostatos, estructuras cubiertas por túmulos de piedras y tierra. Todos ellos asociados a un sencillo ajuar funerario, compuesto por útiles de hueso, vasos de yeso, puntas de flecha de pedúnculo y aletas, microlitos geométricos, brazaletes de cobre (ya de una reocupación tardía) y variedad cerámica muy simple y funcional.
El asentamiento se encuentra en una loma sobre la rambla de Huéchar en un terreno de conglomerados y calizas travertinicas muy similar al emplazamiento del rio de Gor, ya en Granada. Se plantean muchas hipótesis y teorías sobre si estos marcadores territoriales tenían también una función religiosa y conmemorativa, pero es evidente que muestran una gran dimensión espacial y cumplen funciones paisajísticas peculiares.
Lo que es una realidad es que estas construcciones despertaron el interés de los alhameños más eruditos. Como enigmáticas construcciones, provocaban un halo de misterio y curiosidad. Tal vez por el desconocimiento de quienes habían sido sus constructores y su significado, se evocaban como huellas de la más oscura y remota antigüedad, presencia local “de los moros”.
Fue en el 1981, cuando, ayudada por Lorenzo Cara, inicie la difícil tarea de prospección, dibujo, estudio y recopilación de materiales, que dieron su fruto en la tesis de licenciatura, y publicaciones diversas en congresos nacionales. Fue un tiempo de emociones y esfuerzos, retos e ilusiones.
La zona en cuestión sufrió muchos expolios y actos de destrucción. El más lamentable ocurrió en noviembre de 1982 ante nuestra impotente mirada: desde el fortín principal de Los Millares, donde teníamos por delante una larga campaña de dibujo arqueológico, nuestra denuncia no evitó que se destruyeran muchas de las tumbas prehistóricas ya documentadas. Casi treinta y ocho años después, la zona todavía sigue sin protección.
El yacimiento nos dejó, también, una enriquecedora experiencia personal y profesional. Allí conocimos a entrañables figuras de gran nivel humano y académico. Destacaré a Don Antonio Arribas Palau, a quien guié en la visita a las distintas necrópolis megalíticas de Alhama (Huéchar, El Mojón y Loma de Galera), por las que tenía un largo interés que, hasta entonces, no había consumado. Quedó tan fascinado que siempre me lo recordaba con una frase: “Nunca abandone su estudio, es un yacimiento muy importante”.