El paisaje de la uva en el valle del Andarax
Desde mi ventana / 48 – Amigos de la Alcazaba
“El paisaje de la uva en el valle del Andarax. Entre el recuerdo y el deseo de un futuro mejor”
Porfirio Marín Martínez. . Doctor en Medicina
Como en otros pueblos uveros de la provincia de Almería, a lo largo del valle del Andarax el paisaje que generaban los parrales durante más de un siglo y hasta los años ochenta del pasado constituía una imagen singular con distinto colorido según la época en que éste era observado.
Así, a finales del invierno comenzaban a percibirse los primeros brotes verdes que salían de unas leñosas armaduras que languidecían sobre los alambrados. En primavera se iban alargando y creciendo los tiernos tallos observándose ya multitud de ellos de un color verde claro que iban identificando a cada una de las parras. Cuando llegaba el verano el crecimiento continuado de los tallos hacía que se unieran y entrelazaran los de unas parras con los de otras, extendiéndose por todo el espacio entre la superficie que ocupaba el parral, visualizándose desde la distancia una gran alfombra verde,, que solía a su vez unirse con la de otros parrales colindantes. En los lugares donde el terreno se encontraba abancalado, en el paisaje uvero se distinguían las franjas de color verde surcadas por las hileras de ribazos, los balates de piedra seca y los puntales que sujetaban el alambrado. Llegado el otoño ese verdor intenso se iba transformando en color ocre a la vez que comenzaban a cortarse las uvas que completaban su maduración. Finalmente, cuando ya había acabado la recolección del preciado fruto, a final del otoño, con la caída de las hojas, las parras quedaban desnudas a la espera de iniciar un nuevo ciclo.
Los que aún tenemos el privilegio y la ocasión de disfrutar de este paisaje, mantenemos viva la memoria de lo que fue y supuso el cultivo de la uva de mesa –sobre todo de la variedad Ohanes, la más extendida- en la provincia de Almería durante más de un siglo y que gracias a su exportación Almería era conocida en medio mundo.
Ese paisaje de la uva llevaba consigo una forma de concebir la vida y unas actividades propias en cada época del año en las que en muchas de ellas participaban todos los miembros de las familias de los pueblos parraleros. Así, en invierno se podaba, se preparaba la tierra y se abonaba; en primavera se realizaba el engarpado, el despampanado, el destallado y las aplicaciones de azufre; durante el verano se continuaba con las curas y el cuidado de los racimos para que no se enredaran y no sufrieran la rotura o el roce de la vegetación. Y llegaba el otoño como la época de más alegría y bullicio en estos pueblos, ya que se producía la recolección, lo que llevaba aparejado el inicio de la faena de la uva, que implicaba su corte en los bancales, el acarreo al lugar de su limpia, el envasado y su posterior traslado al puerto de Almería para su exportación en los barcos (o por otros medios en los últimos años).
A todo ello había que unir la necesidad de disponer de agua suficiente para sacar adelante la cosecha, tarea en muchos lugares harto difícil. Ello también condicionaba el paisaje uvero, que se encontraba plagado de pozos, minas, acequias, galerías y balsas para asegurar ese necesario bien. Otro elemento de interés en este paisaje fueron los cortijos parraleros, con su porche característico, que se prodigaron por estas zonas.
Todo ello sería sólo un recuerdo si no fuera porque unos cuantos agricultores en la provincia, más por amor a esa cultura parralera que por rendimiento, continúan con el cultivo de la uva, temerosos de que pudiera perderse algún día todo el saber de su cuidado. ¡Ojalá pudieran venir nuevos tiempos donde su rentabilidad volviera a atraer a jóvenes agricultores!. Mientras tanto, los que seguimos con ese apego a la parra, debemos mantener y recordar la importancia que tuvo y, si fuera factible, cultivar algún ejemplar para que evoque permanentemente lo que representó su cultivo en Almería.
Por ello, nos sentimos muy satisfechos de contar con las iniciativas para mantener viva la memoria de este cultivo en Almería, como es el Museo Provincial de la Uva del Barco en Terque o el proyecto de recuperación de las variedades históricas de uvas de mesa promovido por la Asociación Ecologista Mediterráneo. Nosotros también nos sumamos a este empeño con nuestra colección etnográfica de la Faena de la Uva en Huéchar (Alhama de Almería), junto al paisaje de la uva que se encuentra en la Finca de los Frailes, actualmente con más de 1.500 parras en cultivo ecológico, 500 de ellas de la variedad Ohanes.