Las balsas de El Sabinar y Barjalí
Las balsas de El Sabinar y Barjalí: un tesoro escondido en la sierra de Gádor
Pocos conocen los secretos que guarda la sierra de Gádor, pero aquellos que se adentran en sus paisajes áridos y montañosos pueden tropezar con auténticas joyas naturales. Entre ellas, las balsas de El Sabinar (36°52’56.0″N 2°51’36.1″W), Barjalí (36°55’08.1″N 2°47’53.8″W) y La Chanata (36°54’51.0″N 2°41’29.7″W) y el cercano Calabrial destacan como oasis inesperados de alta montaña, espejos de agua que reflejan siglos de historia y una biodiversidad sorprendente.
Una aventura primaveral en las cimas de la sierra
Si buscas una experiencia única esta primavera, deja de lado las rutas convencionales y adéntrate en esto pequeños y frágiles paisajes acuáticos serranos. Más que simples charcas, estos humedales son auténticas cápsulas del tiempo donde la naturaleza y la historia se entrelazan.
Cuenta la tradición que, en tiempos pasados, los pastores que recorrían la sierra dependían de estas balsas para saciar la sed de su ganado, pero también para interpretar el tiempo: si el nivel del agua bajaba demasiado, la sequía estaba asegurada. Hoy, estas balsas siguen siendo testigos de los ciclos de la naturaleza y refugios imprescindibles para aves, insectos y pequeños mamíferos.
Recorrer sus alrededores es un placer para cualquier amante de la naturaleza. En primavera, la vegetación circundante explota en verdes vibrantes y flores multicolores, atrayendo mariposas y abejas que danzan entre la vegetación acuática: si te fijas bien, quizá tengas la suerte de avistar una culebra de agua deslizándose sigilosamente entre los juncales. Además, los majuelos en flor son un verdadero espectáculo; si tenemos suerte, también veremos algún rebaño de “coteras” (una raza autóctona de cabras blancas celtibéricas).
Un ecosistema frágil que necesita protección
Pero lo que hace especial a estos pequeños humedales también los hace vulnerables. La contaminación, el abandono de su mantenimiento tradicional y la actividad humana irresponsable amenazan su delicado equilibrio. Un simple residuo plástico, un paso en falso sobre la vegetación o el ruido excesivo pueden alterar un ecosistema que ha permanecido casi intacto durante siglos.
Por eso, si decides acercarte a estos parajes esta primavera, hazlo con la sensibilidad de quien visita un museo al aire libre. No dejes huella, no alteres su flora y fauna, y, si ves basura, llévatela contigo. Cada pequeño gesto cuenta para que estos rincones sigan siendo refugio de vida durante muchos años más.
Descubrir las balsas de El Sabinar y Barjalí no es solo una excursión diferente: es una oportunidad para reconectar con la historia, la naturaleza y nuestra propia capacidad de proteger lo que aún nos queda.
Para más información: Guía de la Alpujarra Almeriense. Varios autores. Col. Guía de Almería, IEA, 2022.
Texto Lorenzo Cara Barrionuevo.
Fotos: Pako Manzano