HIJAS DE ISIS con Esther Pons e Inmaculada Vivas

Almería se vuelca con las dos primeras ponencias de las Jornadas de Egiptología con Inmaculada Vivas y Esther Pons

La vida cotidiana de las mujeres de Egipto en sus distintas capas sociales y el hallazgo y misterio de la tumba de la reina Hetepheres protagonizaron las primeras conferencias

Amigos de la Alcazaba y Museo de Almería organizan las IV Jornadas de Egiptología en Almería, dedicadas a “Diosas, reinas y mujeres en el Antiguo Egipto”

 

El salón del Museo de Almería volvió a registrar un lleno absoluto con una nueva iniciativa de la asociación Amigos de la Alcazaba, las IV Jornadas de Egiptología en Almería tituladas “Diosas, reinas y mujeres en el Antiguo Egipto” y que, de la mano del centro museístico se han convertido en referente en la materia. En la edición de este año poniendo el foco en el análisis del papel de la mujer en distintas capas sociales y épocas, desde las diosas y reinas a las sirvientas de la corte o campesinas.

La presidenta de Amigos de la Alcazaba, María Teresa Pérez, y la directora del Museo de Almería, Tanía Fábrega, celebraron la respuesta a la convocatoria de la propuesta, que realizó ayer sus dos primeras conferencias con las egiptólogas Inmaculada Vivas y Esther Pons, y que hoy, viernes, tendrá dos nuevas conferencias (18.00 horas, entrada libre hasta completar aforo) con Gema Menéndez e Isabel Olbés.

La vida cotidiana en la mujer del antiguo Egipto

La primera de las conferencias de ayer fue ‘De campesinas a princesas: La vida cotidiana de la mujer en el antiguo Egipto’, a cargo de Inmaculada Vivas, profesora de arte de la UNED y que trabaja en la misión C2-Valle del Escondite de las Momias Reales. En ese repaso, Vivas hizo una aclaratoria premisa inicial ya que, como es lógico, “no es lo mismo la vida cotidiana de una reina o las mujeres que vivían en palacio, con otras consideradas profesiones más significativas, las sirvientas o las clases trabajadoras que no tenían nada que ver con los palacios”.

Lo que sí incidía en todas ellas eran los ciclos anuales. “La vida en Egipto estaba muy condicionada con esos ciclos naturales que marcaban, por ejemplo, más tiempos de ocio en las épocas de las crecidas del río en las que la agricultura descansaba, los tiempos de recolección…”. Inmaculada Vivas destacó también que, en términos generales, “las mujeres tenían muchos de los mismos derechos que los hombres, a diferencia de otros imperios o legislaciones de civilizaciones posteriores como puede ser Grecia”.

Por supuesto, hablar de las mujeres como un grupo homogéneo es equívoco. La sociedad egipcia siempre fue tradicional y jerárquica, y también la mujer se ordenaba jerárquicamente, desde la familia real hasta las campesinas. Pero en general la mujer egipcia gozó de una serie de derechos y libertades que para sí desearían muchas mujeres de algunas partes de nuestro mundo actual. En la sociedad civil eran iguales a los hombres, pudiendo estudiar, unirse y separarse de su pareja, tener sus propios bienes y legarlos. En la realeza eran ellas las que trasmitían la sangre real y la legitimidad para reinar, incluso llegando en algunos casos a ocupar el trono. En el mundo religioso podían alcanzar el alto puesto de gran sacerdotisa o “Esposa del Dios”.

La exposición argumental continuó haciendo paradas en distintos estratos. Desde las reinas Ahhotep (con su interesante ajuar funerario), Ahmes-Nefertari (que llegó a ser considerada como una divinidad menor, con su propio culto) o Hatshepsut, que llegó a adoptar atributos de faraón como la barba osiríaca.

De las mujeres de la corte destacó las representaciones de las escenas del Harem (sin connotaciones, era el espacio femenino), los cuidados de higiene y belleza, incluso representaciones de actividades cariñosas o intimistas, con representación de la afectividad. También había otras mujeres que eran consideradas de la élite, especialmente las que tenían que ver con responsabilidades en torno al culto sobre algunos dioses.

En cuanto a las clases bajas se ejemplificó con iconografía perteneciente a diversas tumbas como las de Pasen, Kheruef, Pahery, Maya y Merit, el arte amarniense e, incluso, la ostraca, que era una piedra caliza y cerámica que el artista usaba en muchas ocasiones para realizar bocetos. Como curiosidad, también hizo mención a cómo se solía representar a los niños y niñas desnudos, como símbolo de inocencia y pureza y como, con el paso de las Dinastias, “la imagen cambió y dejó de ser ‘políticamente correcto’ y por eso hay algunos casos en los que se ha pintado encima una túnica blanca”.

Las relaciones de la mujer con la religión, la maternidad o el erotismo fueron las últimas pinceladas de una conferencia sobresaliente.

La reina Hetepheres y el hallazgo con sorpresa

La conferencia de Esther Pons, conservadora jefe del Departamento de Antigüedades Egipcias del Museo Arqueológico Nacional y codirectora de la misión Oxirrinco (segunda más antigua de España), se tituló ‘El poder de Hetepheres. Luces y sombras en la tumba de una reina’ y relató el hallazgo, la posterior investigación y el misterio que queda sin resolver en torno a la tumba descubierta por el equipo dirigido por George Reisner hace justo un siglo y cuando prácticamente habían terminado su expedición, en una de las pirámides aledañas a la Gran Pirámide en el complejo funerario de Jufu.

Se trataba de una estancia en la que se encontró el ajuar funerario y la tumba de Hetepheres, esposa de Snefru y madre de Jufu. Tras serles concedida una nueva autorización, el equipo trabajó con cuidado la extracción, clasificación, recuperación y en algunos casos reconstrucción de todo lo hallado. Desde el sarcófago de alabastro, pasando por la silla de paseo y dos sillas que tenían láminas de oro, pasando por los postes del baldaquino de la cama de la reina, su reposacabezas, la caja canópica con tres vísceras de la reina (lo que supone ser la más antigua encontrada hasta la fecha) y una caja que contenía múltiples enseres de menor tamaño, con especial mención a veinte pulseras de plata adornados con lapislázuli y otras piedras.

La gran sorpresa vino cuando se comprobó que dentro del sarcófago no estaba el cuerpo de la reina. “Caballeros, siento decirles que la reina no va a recibirnos. Pero la señora Reisner les ofrecerá unos refrescos en el campamento”, comunicó la noticia George Reisner con cierta sorna a su equipo.

A partir de aquí, se abren muchas teorías sobre el cuerpo de Hetepheres. La gran mayoría de los investigadores creen que estuvo enterrada primero en Dashur junto a su esposo, y con el tiempo su hijo Jufu trasladó el equipamiento cerca de su pirámide; otra dice que es la tumba original y que fue saqueada o que es un depósito funerario y que su cuerpo nunca estuvo allí.

Un misterio que representa una de las claves de por qué la arqueología en general y el mundo egipcio en particular sigue fascinando a generaciones, como está quedando demostrado una vez más en este nuevo ciclo de Amigos de la Alcazaba.

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