“TOMAS Y MILENIOS: CONMEMORACIONES INCÓMODASPARA ANDALUCES Y MARROQUÍES”, artículo de José Antonio González Alcantud, Catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada
José Antonio González Alcantud, Catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada, clausuró de actividades que durante 2014 Amigos de la Alcazaba ha dedicado a la celebración del Milenio del Reino de Almería. Su conferencia se titulaba “De Milenios y otras recreaciones milenarias”, una reflexión de lo que significan este tipo de acontecimientos-celebraciones y también una aproximación al papel de la sociedad civil en ellos . Ofrecemos el último artículo que ha publicado, en la revista Red Marruecos:
.
«Tomas y milenios: Conmemoraciones incómodas para andaluces y marroquíes»
Los Reyes Católicos conscientes del valor de la fama, que concebían como todos los príncipes de la Edad Moderna asociada a la memoria, mandaron celebrar sus victorias frente al poder musulmán en la península ibérica con actos rituales conmemorativos. Son las llamadas “Tomas”. La más afamada de todas ellas fue la de la Granada nazarí, ocupada su ciudadela de la Alhambra gracias a la traición del sultán Boabdil que la entregó al poder castellano a cambio de privilegios, abandonando a la población musulmana a su suerte. Cada año desde que fuera instituido en 1492 el ritual los dos de enero se repite en la ciudad andaluza. De ser un hecho sin la mayor trascendencia pública, como no sea que acudía a él un escaso puñado de ciudadanos curiosos, y sin el menor atisbo de humillación a los musulmanes, desde hace un cuarto de siglo la Toma de Granada se ha convertido en una cita anual de personas ajenas a la ciudad, agrupados en bandos de extrema derecha católica y de izquierda laica que aprovechan la expectación mediática para insultarse, de momento sin pasar a las manos. Este circo sin sentido oculta, sin embargo, que Granada desde hace bastantes años posee, por ejemplo, una mezquita enclavada en el corazón del moruno barrio del Albayzín, que pudo ser inaugurada -otra paradoja- gracias a un gobierno municipal conservador, y que existe igualmente en la ciudad una amplia comunidad musulmana autóctona, amén de un número importante de marroquíes, que viven a diario en la más completa armonía con los herederos de los “cristianos viejos” y de otras muchas comunidades religiosas o culturales, circunstancia propia de cualquier ciudad cosmopolita. Como los periódicos reflejos mediáticos de la Toma me producen indiferencia llevo muchos años sin acudir a la misma, a pesar de habitar habitualmente en la ciudad andaluza. Creo que con esto, además, comparto la actitud repetida de los musulmanes granadinos hacia la Toma: la indiferencia.
Los Milenios es otra forma, más directa, actual y en el fondo más problemática, de vivir la Historia. Respecto a la regla contemporánea de celebrar hechos históricos a veces olvidados, aprovechando los cuales se moviliza una sociedad para lograr réditos turístico-culturales, hemos de señalar que estas conmemoraciones suelen servir de la mano de los eruditos y sabios para actualizar el hecho y su significación. En el año 2013 se conmemoró en Granada la fundación milenaria del reino bereber zirí granadino. Se anunciaron varios años antes grandes fastos con ese motivo. Al coincidir con la indeseada crisis económica la programación, si es que alguna vez la hubo, quedó prácticamente en nada. Finalmente, el Milenio de Granada se redujo a dos exposiciones, una sobre la ciudad hispanomusulmana de Medina Ilbira, recientemente excavada, y otra en la Alhambra, miscelánea sobre este monumento, con algunas importantes piezas traídas de otros museos. Nada más, ni siquiera un buen libro o congreso. Bueno, a fuer de justos añadiremos que bajo el logo del Milenio se patrocinaron varios conciertos de música pop y un campeonato de baloncesto. Un verdadero contrasentido por no tener ninguna relación con lo conmemorado. La directora de aquel engendro, alérgica a todo lo que oliese a tinta de imprenta, fue enviada como premio a su ineptitud como delegada del gobierno andaluz a Bruselas.
Ahora, en diciembre último, un grupo de profesores almerienses me invitaron a pronunciar una conferencia en el marco de otro Milenio, el del reino taifa de Almería, que conoció momentos de esplendor durante varios lustros. Aprovecharon para contarme que la iniciativa, encabezada por la activa Asociación de Amigos de la Alcazaba almeriense, la habían tomado ellos, sin apoyo oficial casi, ya que el gobierno regional, aduciendo una vez más insuficiencias presupuestarias, los había ignorado. Fue una velada concurrida y agradable, en la que pude comprobar una vez más que si para algo deberían servir los Milenios es para ayudar a encajar la historia islámica de la península ibérica con la maltrecha narración histórica española. Y también sirvió para que los presentes expusieran sus quejar sobre la falta de sensibilidad y respeto de las autoridades políticas para con las iniciativas de la llamada sociedad civil. Prueba de esa falta de respeto ha sido este fin de año el mensaje oportunista de la presidenta andaluza desde la alcazaba de Almería tras no haber hecho nada por el Milenio de la taifa. En este punto de mi intervención argumenté ante el público almeriense, que creía que Andalucía tiene un déficit de sociedad civil, que se hace notar en la pobre vida política de la región, y que en Marruecos, por las razones que fuere, encontraba que esta civilidad era más activa y atrevida. Debían en consecuencia aprender los andaluces de los marroquíes, dejando de lado toda arrogancia.
Tomas y Milenios, sugiero, debieran servir para mirarnos en los espejos deformantes de nuestras historias, la marroquí y la andaluza, sin menoscabo de las particularidades de cada cual, dando el protagonismo al hombre de la calle, portador del sentido común, que está lejos de excitarse con luchas de moros y cristianos, o viceversa, y sobre todo de caer en las trampas del poder político que todo lo instrumentaliza. Así dejarán de ser incómodas conmemoraciones para pasar a convertirse cómodas celebraciones.
José Antonio González Alcantud
Catedrático de Antropología de la Universidad de Granada.
Columnista de Red Marruecos.