La memoria sentimental de un tiempo recorre trazos de vida y discurre en medio de los claroscuros que planean sobre la realidad cotidiana. A ello, se une el importante legado del pasado. Así, podemos observarlo en el poemario El sur de Azabache, escrito por José Jaime Capel Molina (Gádor, 1949), Catedrático de Geografía Física –uno de los mayores expertos en climatología- y doctor en Filosofía y Letras.
¡Cárcel de oro!.. y aún el manantial vierte,
en tus labios amor, amanecía,
de nuevo te he visto en la Gran Vía,
treinta años después de conocerte.
Granada me unió a ti, y al quererte,
¡oh dulce dardo en vuelo y agonía!,
temblor de ruiseñor la queja mía,
dulcedumbre de amor, cima y muerte…
Retenerte no pude ayer, ni tú ahora;
Orión, Leo, Sol triangulan la natura,
y la mutua paz inflamó la aurora
de esa luz, que el éxtasis procura;
hoy su cerco me cerca y me devora,
mas no rinde al corazón ni lo cura.
…Y en voz baja me apura:
¡Fuiste el primer latido enamorado
que acampa en este corazón blindado!
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