Quinto día. Viernes 9 de diciembre. Siracusa
Hoy visitamos Siracusa, la llamada Syraka por los griegos que la fundaron en 734 a.C, cuenta con uno de los patrimonios arquelógicos más ricos de Sicilia. Se extiende a lo largo del mar con la península de la Ortigia, núcleo original de población de los corintios que fundaron la ciudad. El parque arqueológico de Neápolis ofrece los restos de su glorioso pasado: su anfiteatro romano, el teatro griego, el Templo di Apollo, las Latomias o canteras de piedra, la Oreja de Dionisio, y la gruta Dei Cordari, o la de los Capuchinos, donde en época griega los esclavos extraían los bloques de piedra caliza para la construcción de edificios y murallas.
Frente a la entrada del museo arqueológico de Siracusa, uno de los mayores errores arquitectónicos de Sicilia, el Santuario de la Santa Madonna de las Lágrimas, un edificio de 80 metros, horroroso, que evoca la lagrimación, un suceso insólito por la incredulidad que despierta, según el cual un cuadro de yeso de la virgen segrega gotas.
Las catacumbas de San Giovanni son una enrevesada red de laberintos subterráneos formada por 20.000 tumbas que ocupan una superficie de 10.000 m cuadrados. Detrás, en la vía Teocrito, está el museo del Papiro y el Museo Arqueológico Regional Paolo Orsi.
Le península de la Ortigia conserva su dibujo de patios, callejuelas y plazoletas escondidas, vestidas con elegancia del corte arquitectónico barroco, tan reseñable en la Sicilia Oriental. Presidiendo laPiazza del Duomo , con la iglesia de Santa Lucía alla Badia en un extremo, se ubica la catedral de Siracusa, con sus apacibles terrazas veraniegas.
Siguiendo el paseo marítimo llegamos al extremo de la Ortigia, donde el castillo Maniace, una fortaleza construida por Federico II en 1239, defiende la península siracusana.